¿Ha cambiado el miedo de bando? 

Llevamos tiempo inmersas en un debate sobre las formas y estrategias que el movimiento feminista está generando para denunciar y combatir la violencia machista. En el fondo este debate esconde el choque entre distinta formas de conceptualizar la violencia machista y también de actuar sobre ella.

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La postura de Medeak es conocida, en 2009 abrazamos la propuesta de “reapropiarnos de las técnicas performativas de la violencia” y hoy apoyamos públicamente las manifestaciones nocturnas, con antorchas, tambores y encapuchadas.

Se han dicho muchas cosas y desde lugares muy distintos. Una de las críticas, es exógena al feminismo, viene de ciertos sectores políticos, y de algunas editoriales, dice algo así como: “chicas no es el momento”, “la estética de la lucha ya pasó, ahora nos toca representar la Paz”.  Nosotras no queremos jugar a la paz, porqué eso no existe y la violencia machista nos sigue matando. Y algo huele a podrido cuando en un verano plagado de agresiones los dedos de los más progres apuntan y criminalizan al movimiento feminista.

Sobre la paz, os dejamos aquí una bella reflexión:

Bakea ez da existitzen feminismoa bai (I)

Jule Goikoetxea.

Las manifestaciones nocturnas no son violentas, tienen una estética que a cierta gente se le hace violenta. Esa estética ataca de forma contundente al orden simbólico. Pero no produce violencia, no hay golpes. Se autorganiza la seguridad, no hay policía, se evitan los altercados y la consigna es no enfrentarse. Hay antorchas que marcan la mani, no las usamos para nada más, bueno, para dar luz.

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Otras criticas raspan más cerca de la piel, sobre todo porque vienen de otras feministas. Casi todas tienen problemas con el lema “El miedo va a cambiar de bando” y realizan una lectura dicotómica y plana de la propuesta. No tiene que ver con atemorizar a todos los hombre, de hecho, hace falta mucho más para atemorizar a los hombres. Sino de que el miedo se reparta de una forma mas justa. El actual contrato social-sexual se basa en un desequilibrio del miedo y se encarna en un reparto desigual del agenciamiento de la violencia.

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El lema se dirige a la categoría agresor y lanza el miedo a su bando, nosotras creemos que es positivo que un agresor nos tenga miedo. Tratamos de desnaturalizar la violencia, de generar otras referencias. Al igual que Xena, la Teniente Ripley o Buffy Cazavampiros generamos representaciones distintas, donde los cuerpos diagnosticados como mujeres se acercan al uso de la violencia. Es importante decir que el cuerpo definido como esencialmente débil puede ser fuerte o violento, tiene derecho a serlo sobre todo, cuando hay otros cuerpos agenciados excesivamente en el agenciamiento de la violencia.

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El cuerpo diagnosticado mujer, está obligado a definirse como débil, de hecho la característica que mas nos esencializa como mujeres no son ni los genitales, ni los cromosomas, se trata del miedo. Lo que nos hace mujeres es el miedo, y la definición de nuestros cuerpos como débiles. Creemos que es necesario poner en escena otros significados y apelar al núcleo de la motivación de la violencia que no es otra que un reparto desigual del poder, a través de producir cuerpos que por su mera condición son más temibles que los otros.

No estamos reevindicando salir a dar hostias. Estamos hablando de poder defendernos, y de generar una respuesta colectiva que apele al orden simbólico, ese que después se materializa en carne, y cuyo efecto consiste en el asesinato constante de mujeres, bolleras y trans. Sin olvidar las palizas, las violaciones y las agresiones sexuales.

No se trata de una campaña, no es algo orquestado, es algo que se ha dado de puro contagio, por el agenciamiento y refortalecimiento del Movimiento Feminista de Euskal Herria. Una primera Mani en Iruña en torno a las agresiones de San Fermines gustó, y se fue reproduciendo. No hay unas jefas mandado organizar estas manifestaciones, surgen y se autorganizan en ciudades y pueblos de Euskal Herria porque así lo quieren los movimientos locales. En algún caso se puede lanzar como propuesta, pero no es una campaña, ni una estratagema organizada.

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Nunca hubiéramos imaginado que unas capuchas y unas cuantas antorchas en nuestras manos dieran más miedo que la violencia machista.  Pero sabemos que no es miedo, es que nos hemos salido de las formas correctas que corresponden a las féminas. No nos engañemos, porque no debemos ser tan temibles cuando se realiza una manifestación multitudinaria en la capital del reino y la siguiente semana asesinan a 8 compañeras.

Vamos a seguir cogiendo las calles, y deseamos realizar rituales de okupación que puedan generar una pequeña catarsis, un momento efímero en el que se muestran nuestras fuerzas. Estamos muy cabreadas, hartas de la normalidad y cotidianidad de la violencia. Nuestras respuestas no se pueden encorsetar. Queremos recordarle al mundo que nosotras estamos en guerra contra el sistema heteropatriarcal, que no queremos su violencia y que creemos en la autorganización, y la producción de formas de lucha propias, queremos que el miedo se equilibre. Decir que también podemos ser temibles, exactamente igual que ellos, ni más ni menos. Necesitamos una ciudadanía que ante un pacto social esté en igualdad de condiciones y que no haya una gran mitad que tema a la otra. Por eso decimos que el miedo va a cambiar de bando.

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